“Vacaciones con hijos adolescentes”

vacaciones con hijos adolescentes

 

Cada verano se nos plantea la eterna cuestión de cómo gestionar las vacaciones con los hijos adolescentes, en especial, cuando sus resultados académicos no han sido nada satisfactorios y tienen por delante la tarea de  recuperar en estos meses un gran número de asignaturas que pueden condicionar decisiones tan trascendentes como la repetición de un curso académico con todos los cambios que esto conlleva.

Vamos a intentar definir los diferentes escenarios para poder esbozar algunas ideas que nos permitan tomar las decisiones más ajustadas.

En primer lugar hablaríamos de adolescentes que no presentan problemas de relación ni malos resultados académicos, incluso de aquellos que están dispuestos a compartir unos días en familia sin presentar batalla. Es evidente que, en este caso conviene consensuar un periodo de vacaciones compartido y digo consensuar porque es muy importante que se sientan partícipes para valorar positivamente su actitud. Lo normal a estas edades es que prefieran pasar el tiempo con sus iguales aunque los padres sigan demandando la necesidad de disfrutar de unos días “en familia”. El hecho de que prefieran a sus iguales no quiere decir que rechacen la idea de familia, forma parte de su desarrollo evolutivo y se recomienda que dispongan de alternativas en este sentido, desde la más sencilla “que se traigan a alguno de sus amigos con nosotros” hasta las alternativas más educativas como campamentos, cursos en el extranjero y actividades diversas fuera del entorno familiar que potencien su autonomía y faciliten la socialización. Si hablábamos de consensuar, entendemos que todo esto será negociado y aprobado por el adolescente como parte de la organización de su tiempo libre. Se puede conciliar un periodo en familia y una actividad externa como la mejor de las opciones en estos casos.

En segundo lugar nos referiremos a chavales que sin presentar problemas de relación familiar o cualquier otro problema de conducta, han obtenido muy bajas calificaciones y necesitan recuperar en los meses de verano. La primera recomendación es que los padres no asuman el papel de enseñantes para  evitar conflictos y desvirtuar el propio rol como padres con lo que eso puede afectar a nuestro periodo vacacional. Habría que sentarse con el adolescente para que forme parte de la solución y diseñar una estrategia, preferentemente propuesta desde una actitud resolutiva y no desde el enfado y la intención de sancionar sus malas calificaciones. Cuando los resultados académicos son malos hay que buscar la causa a través de un buen diagnóstico de la situación y no simplificar las cosas con la única creencia de que “no han estudiado porque no han querido hacerlo” aunque este supuesto también lo encontramos y requiere un abordaje más allá del simple castigo que suele ser contraproducente y muy complicado de aplicar. Los adolescentes comprenderán las consecuencias desde el propio aprendizaje pero se posicionarán de manera refractaria frente a lo que consideran una revancha de los padres por el mero hecho de que están enfadados. Las alternativas para recuperar el trabajo en verano pasan por diseñar una estrategia que va desde los profesores de apoyo, las academias especializadas hasta los centros de carácter interno que garantizan un control eficaz de los tiempos y los avances en el estudio. Cada vez son más los internados que ofrecen estos servicios y pueden resultar muy eficaces si el adolescente comprende su función y no los vive como una retirada absoluta de privilegios. Este proceso de aceptación es clave para garantizar la eficacia en los resultados. Por otro lado es muy importante saber elegir el tipo de internado. No se trata de buscar un lugar que eduque a los adolescentes o que les someta a una disciplina que en casa no hemos sido capaces de establecer. Hablamos de centros en régimen de internado para “ordenar” el estudio y favorecer el aprendizaje que les permita afrontar con mayores garantías los exámenes de septiembre.

 

En el último supuesto y al hilo de lo expresado sobre internados y disciplina, hablaríamos de adolescentes con problemas de conducta que se someten difícilmente a la disciplina de la casa. La gestión en estos casos va más allá de un simple consenso y seguramente requiera de una valoración profesional que facilite la mediación entre padres e hijos. Estrategias y pautas que permitan a los padres el adecuado manejo de posibles situaciones de conflicto e intervención sobre las variables del adolescente para prevenir el desarrollo  de conductas inadaptadas.

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