Consejos básicos para fomentar el uso saludable de las Nuevas Tecnologías

Tenemos que tener claro que las nuevas tecnologías (NTIC) son un elemento de cambio social como en su día lo fueron el automóvil, el teléfono, la televisión, los nuevos modelos familiares, etc.

Ante un posible caso de adicción en principio no nos tenemos que alarmar, posiblemente se tratará de un uso excesivo (lo que se suele llamar “viciado” o “enganchado”) y no de una verdadera adicción.

La alarma suele ser mucho más frecuente en los padres que desconocen o utilizan poco las NTIC.

Para prevenir este uso excesivo, se pueden proporcionar al adolescente herramientas para hacer un uso adecuado de las NTIC.

Consejos básicos para fomentar el buen uso de Internet:

  • Participar y compartir: los padres y/o educadores pueden enseñar a los adolescentes las aplicaciones que son más útiles y divertidas. Si sólo utilizan internet para jugar por ejemplo, se puede tomar partido en la elección del juego. Jugar con ellos es una buena manera de participar en una actividad que los motiva, compartir emociones, aprender juntos y conocerlos mejor. Compartir Internet con ellos es una buenísima excusa para escuchar y poder  transmitir nuestro punto de vista.
  • Socializar: los problemas pueden derivarse del aislamiento que produce tener la televisión, la videoconsola, el móvil y el ordenador en la habitación. Ubicarlos en un espacio común facilita la interacción con los padres y hermanos, y también permite observar informalmente qué hacen cuando se conectan, a que juegan y con quien.
  • Saber agrupar: Jugar con amigos es mucho mejor que jugar solos. Invitar a los amigos de los hijos a jugar en casa puede ser una buena forma de conocer mejor a sus amigos y saber cómo se relacionan.
  • Educar por un buen uso de internet como fuente de información y formación: incorporar internet en la familia para que la red sea un espacio de comunicación vinculado a la reflexión y el conocimiento.
  • Programar los tiempos de uso: siempre es mejor que se repartan el tiempo entre la semana, y evitar así los “atracones”.
  • Hablar de Internet con el adolescente: con el objetivo de contrastar las ventajas y los inconvenientes de utilizar esta herramienta. Si las valoraciones que se suelen hacer son negativas y dirigidas a restringir horarios, emitir juicios sobre la pérdida de tiempo y criticar contenidos, el adolescente se aleja y evita hablar de estos temas con los adultos.
  • Entender el exceso de Internet como una forma de reaccionar al malestar psicológico: preguntarse porque centra su vida de ocio a Internet, tener una actitud de escucha activa frente al aislamiento y evitar hacer juicios de valor para poder consensuar y concretar unos mínimos aceptables que garanticen un uso adecuado de este instrumento.
  • Recurrir a interruptores externos: usar tareas que tenga que hacer el adolescente o lugares adonde tenga que ir como señales que indican que hay que desconectar. Son alarmas naturales que se pueden llevar a cabo con la ayuda de relojes o alarmas de tiempo, mensajes en la pantalla del tipo STOP o DESCANSO, etc.
  • Informarse sobre los instrumentos limitadores: hay una serie de programas limitadores que se instalan en el ordenador para bloquear el acceso del navegador a contenidos nocivos, limitar el tiempo de conexión o registrar las páginas web visitadas.
  • Crear nuevos hábitos: es importante el romper las rutinas creadas por el adolescente para adaptarse por ejemplo a un nuevo horario de conexión.
  • Plantearse la abstinencia de alguna aplicación particular: si es necesario, prohibir la aplicación más problemática pero sin generalizar a otras aplicaciones relacionadas con la red.
  • Hacer una balanza de decisiones: pedir al adolescente que haga una lista con los principales problemas causados por el mal uso de internet y otra con los beneficios de estar desconectado o de abstenerse de utilizar una aplicación determinada.
  • Sugerir que cultive actividades alternativas de ocio: buscar actividades de ocio que motiven al adolescente y fomentarlas.

Consejos básicos para fomentar el uso adecuado del móvil:

  • Comprar el móvil en el momento evolutivo adecuado: es preciso adecuarse a su grupo de amigos y a su desarrollo madurativo. Ni muy pronto que pueda favorecer un uso inadecuado, ni comprarlo demasiado tarde que pueda limitar la socialización del adolescente.
  • Asumir la responsabilidad de los gastos: pactar con el adolescente las pagas semanales, un gasto mensual del móvil realista, trabajos alternativos, etc., para fomentar el esfuerzo por parte del adolescente.
  • Educar para autorregular el placer inmediato: se trata de pactar el modelo del móvil buscando un equilibrio entre las necesidades y las ilusiones que tenga.
  • Permitir la personalización marcando límites: los adolescentes buscan identificarse mediante el móvil, piden modelos determinados, descargar melodías, juegos, salvapantallas y decorar el aparato. Esta necesidad de identificación es similar a la que tienen con el aspecto físico (ropa, peinado, etc.) y es necesario ajustar con límites adecuados.
  • Conversar sobre el tiempo que invierten hablando: muchas veces pierden la noción del tiempo. Negociar el tiempo que se dedica a hablar con sus amigos a través del móvil para que tome conciencia de un posible exceso en este punto.
  • El adolescente debe tener claro dónde no puede utilizar el móvil (en clase, durante las comidas, etc.): es esencial que el adulto ponga los límites desde el respeto y el diálogo y, si es necesario, actuar como elemento de autoridad cuando se incumplen estos.

 

Consejos básicos para fomentar el uso saludable de los videojuegos:

Enumeraré los consejos dependiendo de ciertas variables como:

  • Espacio de juego:
    • Ubicar la consola o el ordenador en un lugar común de la casa.
    • Promover videojuegos como espacios de relación.
    • Asegurar que el juego on-line se realice en un lugar seguro, por ejemplo invitando a los amigos a jugar en casa.
  • Duración del juego:
    • Comparar de forma conjunta el tiempo que usan para hacer las diferentes cosas (ver la televisión, hacer los deberes, etc.) y establecer prioridades y un equilibrio entre todas.
    • Hablar y pactar antes de jugar. Preguntar a qué hora tiene previsto acabar y así será más fácil conseguir un compromiso. Recordar que si está jugando no es el mejor momento para pactarlo, mejor hacerlo antes.
    • Tener en cuenta las horas necesarias de descanso (no es lo mismo jugar a las 6 de la tarde que a las 12 de la noche). Es recomendable descansar un mínimo de cinco minutos por hora y se pueden utilizar para ello alarmas o despertadores.
    • ¿A que se juega?
      • Hay que conocer sus gustos e intereses.
      • Informarse de los contenidos de los videojuegos mediante el etiquetado y la información que acompaña los juegos en la caja (conocer el código PEGI, http://www.pegi.info/es/).
      • Elegir videojuegos adecuados para la edad y con la colaboración del adolescente. Si se les prohíbe, se puede producir el efecto contrario y además, no se fomenta la cultura del respeto, del diálogo y de la negociación.
      • Priorizar la compra o el acceso a videojuegos multiusuario, que propicien el juego compartido o con amigos o en familia.
      • ¿Con quién se juega?
        • Jugar con ellos es una buena forma de compartir y aprender.
        • Procurar, como ya hemos comentado antes, que tengan videojuegos multiusuario.
        • Incentivar el juego en familia, al compartir emociones y opiniones ayuda a entender mejor el juego y poder ejercer una tarea educativa.
        • Hablar e interesarse por las personas con quienes juegan, sobre todo en el supuesto de que lo hagan a través del juego on-line.
        • ¿Cómo se juega?
        • En un principio, seguir las recomendaciones de los fabricantes sobre cómo tienen que ser los espacios de juego: distancia de la pantalla, buena iluminación, posturas adecuadas, etc.
        • Por último, promover la capacidad del adolescente para saber gestionar su autonomía y su acceso a los videojuegos. Es preciso que cada actividad tenga su momento, su lugar y su valor para desarrollar el autocontrol del adolescente.

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