La Orientación Sexual en la Adolescencia

4 comentarios
  1. Me ha gustado mucho. Creo que sobre el tema de la orientación sexual existe mucha desinformación, así que me parece estupendo y necesario que sea algo que se conozca cada vez más y se incorpore a la rutina habitual de la sociedad.
    Que te hago la ola, vaya, jaja =).

  2. Muy interesante, como madre creo que todos deberíamos estar mejor informados para que nuestros hijos no sufran las consecuencias del miedo y de la ignorancia. Me permito copiar un texto de Arturo Pérez-Reverte sobre «EL amor gay»

    Nunca antes me había fijado en la cantidad de parejas homosexuales que se ven paseando por Venecia. Los encuentras caminado por los puentes, a la orilla de los canales, cenando en los pequeños restaurantes del casco viejo. No suele tratarse de dúos espectaculares, sino todo lo contrario: gente discreta, tranquila, a menudo con aspecto educado.
    Mirando a los demás aprendes cantidad de cosas, y en el caso de estas parejas siempre me encanta sorprender sus gestos comedidos de confianza o afecto, el reparto convencional de roles que suele darse entre uno y otro, la ternura contenida que a menudo sientes flotar entre ellos, en su inmovilidad, en sus silencios.

    Pensaba en todo eso el otro día, a bordo del vaporetto que cubre el trayecto de San Marcos al Lido. Sobre la laguna soplaba un viento helado, los pasajeros íbamos encogidos de frío, y en un banco de la embarcación había una pareja, hombre y hombre, cuarentones, tranquilos.

    Se sentaban muy juntos, apoyado discretamente un hombro en el del compañero, en un intento de darse calor. Iban quietos y callados, mirando el agua verdegris y el cielo color ceniza. Y en un momento determinado, cuando el barco hizo un movimiento y la luz y la gama de grises del paisaje se combinaron de pronto con extraordinaria belleza, los ví cambiar una sonrisa rápida, fugaz, parecida a un beso o una caricia.

    Parecían felices. Dos tipos con suerte, pensé. Aunque sea dentro de lo que cabe. Porque viéndolos allí, en aquella tarde glacial, a bordo del vaporetto que los llevaba a través de la laguna de esa ciudad cosmopolita, tolerante y sabia, pensé cuántas horas amargas no estarían siendo vengadas en ese momento por aquella sonrisa.

    Largas adolescencias dando vueltas por los parques o los cines para descubrir el sexo, mientras otros jóvenes se enamoraban, escribían poemas o bailaban abrazados en las fiestas del Instituto. Noches de echarse a la calle soñando con un príncipe azul de la misma edad, para volver de madrugada, hechos una mierda, llenos de asco y de soledad.

    La imposibilidad de decirle a un hombre que tiene los ojos bonitos, o una hermosa voz, porque, en vez de dar las gracias o sonreír, lo más probable es que le parta a uno la cara.

    Y cuando apetece salir, conocer, hablar, enamorarse o lo que sea, en vez de un café o un bar, verse condenado de por vida a los locales de ambiente, las madrugadas entre cuerpos Danone empastillados, reinonas escandalosas y drag queens de vía estrecha. Salvo que alguno -muchos- lo tenga mal asumido y se autoconfine a la alternativa cutre de la sauna, la sala X, la revista de contactos y la sordidez del urinario público.

    A veces pienso en lo afortunado, o lo sólido, o lo entero, que debe de ser un homosexual que consigue llegar a los cuarenta sin odiar desaforadamente a esta sociedad hipócrita, obsesionada por averiguar, juzgar y condenar con quién se mete, o no se mete, en la cama.

    Envidio la ecuanimidad, la sangre fría, de quien puede mantenerse sereno y seguir viviendo como si tal cosa, sin rencor, a lo suyo, en vez de echarse a la calle a volarle los huevos a la gente que por activa o por pasiva ha destrozado su vida, y sigue destrozando la de los chicos de catorce o quince años que a diario, todavía hoy, siguen teniéndolo igual que él lo tuvo: las mismas angustias, los mismos chistes de maricones en la tele, el mismo desprecio alrededor, la misma soledad y la misma amargura.

    Envidio la lucidez y la calma de quienes, a pesar de todo, se mantienen fieles a sí mismos, sin estridencias pero también sin complejos, seres humanos por encima de todo.

    Gente que en tiempos como éstos, cuando todo el mundo, partidos, comunidades, grupos sociales, reivindica sus correspondientes deudas históricas, podría argumentar, con más derecho que muchos, la deuda impagada de tantos años de adolescencia perdidos, tantos golpes y vejaciones sufridas sin haber cometido jamás delito alguno, tanta rechifla y tanta afrenta grosera infligida por gentuza que, no ya en lo intelectual, sino en lo puramente humano, se encuentra a un nivel abyecto, muy por debajo del suyo.

    Pensaba en todo eso mientras el barquito cruzaba la laguna y la pareja se mantenía inmóvil, el uno contra el otro, hombro con hombro. Y antes de volver a lo mío y olvidarlos, me pregunté cuantos fantasmas atormentados, cuántas infelices almas errantes no habrían dado cualquier cosa, incluso la vida, por estar en su lugar. Por estar allí, en Venecia, dándose calor en aquella fría tarde de sus vidas.

    Arturo Pérez-Reverte

  3. Yo quisiera algun tipo de ayuda, tengo 15 y no estoy bien con mi sexo, a diario tengo fantasias sexuales con hombres, con cualquiera que vea, sea feo, bonito, alto chiquito, etc., me han propuesto muchas veces noviazgo, pero soy incapaz de aceptar, no quiero tener ninguna relacion amorosa homosexual, quizas uan relacion sexual; pero aun asi hace poco tuve una experiencia con alguien muchisimo mayor que yo en un centro comercial, ni si quiera lo conocia, y cuando ya habia pasado, me senti mal conmigo mismo, no queria pensar en eso, aunque me retumbaba en la cabeza. Al contrario de esto, con las mujeres si siento algo mas romantico, mas amoroso y nada sexual, no siento placer alguno por las mujeres, solo algo tierno con un beso o cosas asi, y con un noviazgo heterosexual, me siento comodo, no me siento mal, ni me da remordimientos de conciencia. Quisiera que me ayudaran, quiero ser algo, no tener que vivir pensando en que es lo que soy y que es lo que quiero en todo momento y encontrar mi propia paz y tranquilidad

    • Hola Roberto,
      lo que describes en tu carta de la web es que te está produciendo mucho malestar tus dudas con respecto a tu orientación sexual y la idea de sentirte atraído por personas de tu mismo sexo te hace sentir mucha ansiedad y mucha angustia, en la medida que te estás sintiendo así lo que haces es evitar ese tipo de situaciones, y al hacerlo te estás obsesionando más con ellas.
      Mira por edad, estas en una época de cambios, en la que se esta formando tu personalidad, es una época de experimentar, para saber que te gusta y que no te gusta, quien quieres ser y quien no; y no hay nada de malo en ello, con lo cual no tengas miedo; el que vivas alguna relación homosexual no significa que finalmente lo seas, y si acabas por serlo tampoco significa que eso sea algo malo o negativo. Para saber que quieres y quien quieres ser tienes que pasar por esta época en la que te toca tener un poco de lio en tu cabeza, tienes que asumir que eso es parte del proceso, aunque en estos momentos te esté resultando especialmente duro el hacerlo.

      Creo que podría resultarte de ayuda el poder hablar de tus dudas e inquietudes con alguien de tu entorno con quien tengas mucha confianza, y puedas desahogarte hablando tranquilamente sobre todo lo que te preocupa, alguien del que poder tirar en tu día a día.

      Si notases que todo lo que me cuentas te está superando, que te obsesiona de tal modo que está interfiriendo de manera importante en áreas de tu vida como la relacional, la académica, la familiar; en ese caso, mi consejo es buscar ayuda profesional, para que te ayude a encauzar el tema.

      Cualquier otra duda o consulta que quieras hacerme, estaré encantada de atenderte.

      BELEN ACEVEDO

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