Algunas ideas sobre la prevención de las crisis en las relaciones de pareja

Son muchos los casos que atendemos en los que la pareja busca ayuda cuando aparece  una situación de crisis puntual que produce un desajuste en la vida cotidiana, que desborda a la pareja. Sus miembros se sienten invadidos por la situación y la pareja no cuenta con las habilidades suficientes para hacerle frente. Nos referimos a situaciones como por ejemplo el consumo excesivo de sustancias, el descubrir que la pareja es adicta al sexo en internet, que juega a las máquinas tragaperras, que se queda en paro, que aparece una enfermedad grave, o la peor,  que está siendo infiel.

Sin embargo existen otro tipo de crisis más “silenciosas”, que van apareciendo de manera gradual, que se mantienen de una manera más crónica, que van mermando la felicidad y haciendo más  difícil y costosa la convivencia.

Aunque resulta imposible hacer una clasificación de los conflictos en la relación, si que se conocen algunos de los procesos de interacción y algunas situaciones específicas que aumentan la insatisfacción y la probabilidad de que la relación se vaya deteriorando hasta  el punto de poder llegar a vivir una crisis con riesgo de una ruptura de la propia relación.

Estos procesos de interacción producen  una consecuencia de gran impacto en la convivencia: bloquean el intercambio de gratificaciones entre los miembros de la pareja. Si uno siente que el otro le ha dañado, difícilmente se va a mostrar cariñoso y cercano al otro/a. Parece que hasta que no se reduce o desaparece dicho malestar, no se da positivo al otro.

Hay que tener en cuenta que a lo largo de la vida en pareja es muy frecuente  que surjan desacuerdos y por qué no, crisis. Además, estas actúan como señal de que hay un problema en la relación  que hay que resolver. Cuando nos encontramos a algunas personas que presumen de que su relación nunca ha tenido un momento malo, quizá lo que oculte esa convivencia a todas luces envidiable es una falta de comunicación y confianza.

Algunos de los “indicios” que pueden avisar de que se está desgastando gravemente la relación son:

Dificultad de comunicación

Estas dificultades pueden surgir de dos fuentes diferentes:

a) Desde la pareja: aparece  de una manera gradual cuando en el manejo del día a día la pareja no ha desarrollado una rutina o no tiene la costumbre de mantenerse  informados mutuamente de lo que les va aconteciendo. El ritmo de vida, las obligaciones familiares y profesionales, la  existencia de cualquier otra dificultad personal va ocupando la mayor parte del tiempo y desgastando la energía personal de tal manera que cuando la pareja se reúne no tienen ni fuerzas ni interés en dedicarse al otro, en cuidarse mutuamente. Desean  reponer las fuerzas y parecen acomodados a la convivencia.

En otros muchos casos la comunicación se dificulta a  raíz de una discusión o problema que no se resuelve de una manera satisfactoria para uno  o los dos miembros de la relación. Si esto ocurre el malestar, la inquietud aparece y si no se deja pasar hasta encontrar un mejor momento para abordarla, va  apareciendo un muro que bloquea la tranquilidad y el cuidado mutuo. Uno de los dos miembros de la pareja  o, incluso,  los dos “notan” que el problema está ahí entre ellos.

A partir de ese momento, parece que nada es igual que antes de la discusión, la armonía se ha roto y no se sabe recuperar por lo que  ante la posibilidad de  volver a la discusión, cada uno se cierra en sí mismo y puede que sigan retroalimentando dicho estado de ánimo negativo. El otro “percibe” esa tensión, ese distanciamiento y a su vez, llevado por su propio malestar, lo evita, se siente apartado emocionalmente del otro. Este círculo vicioso se mantiene día tras día.

Si la pareja es capaz de retomar lo positivo, se pasa el bache y se recupera la normalidad, pero si la pareja no retoma la normalidad se pasan los días o semanas en las que sólo se habla de lo imprescindible, el muro cada vez se siente más impracticable, se siguen notando mal entre ellos y gradualmente cada vez, más distantes.

Según pasa el tiempo es probable que se vayan estabilizando esos patrones de interacción que debilitan la relación hasta que se produce algún incidente que hace saltar la chispa y de nuevo aparece el incendio, la discusión, el distanciamiento, la tensión de todo lo acumulado en ese tiempo se pone de manifiesto en el presente que ya no es sólo presente sino la suma de todo lo negativo vivido en el pasado reciente. La dificultad por lo tanto de resolver el problema actual es muy grande, por lo que no se resuelve y vuelta a empezar “otra mala racha”

b) Desde el individuo: Es muy frecuente que cuando uno de los dos miembros de la pareja se sienta “dañado” por el otro, la emoción de la rabia  condiciona toda la comunicación posterior. Uno no es consciente de que es el mal manejo subjetivo de esa rabia lo que aumenta la crispación, la crítica, las malas formas en la comunicación con el otro. Parece que se trata de ante todo, de hacerle ver o incluso sentir al otro el daño causado y por lo tanto que pague y sufra las consecuencias por lo que ha hecho. Mientras tanto el otro (que no es consciente de lo que su pareja está sintiendo) percibe esa hostilidad y crispación, lo que a su vez le lleva a distanciarse o responder de la misma manera, a partir de esta situación, toda la comunicación se contamina de negativo, crispación y tensión.

 

Aburrimiento

Uno o los dos cónyuges no se sienten estimulados por la vida en pareja. La vida en común se ha reducido a un cúmulo de rutinas más o menos agradables, pero carentes de interés, motivación, inquietud por estar juntos, por hacer algo especial o planificar algo para los dos. La  vuelta a casa cada día se convierte en algo tedioso, rutinario, en la que ni se espera recibir alguna satisfacción ni se está en disposición de darla.

Las expectativas sobre lo positivo que se puede o quiere hacer con el otro se han reducido. Muchos de nuestros clientes manifiestan con cierto desánimo “es lo que hay”, las cosas no cambian, por lo que el interés por proponer, molestarse en buscar algo más gratificante  es mínimo.

En esta situación resulta costoso intentar mejorar. Se espera que sea el otro quien propone, quien rompa la situación, en definitiva quien da el primer paso.

Si   surge algún problema la relación se resiente  hacia lo negativo ya que la percepción de las vivencias  positivas es muy ligera. Es por lo tanto muy frecuente que, a partir de ese momento, toda la convivencia se haga más problemática y los problemas no se resuelvan de una manera efectiva y definitiva por lo que la probabilidad de que se de alguna situación crítica en el futuro aumenta.

Críticas y quejas

En pareja parece que resulta más fácil comentar lo negativo que lo positivo. Los sinsabores del día a día, los problemas que surgen en cualquiera de las actividades que desarrollamos, las preocupaciones que sentimos en un momento determinado se convierten en el tema de conversación casi de manera automática. Es en el marco de la relación de pareja en el que se vuelcan todos los sinsabores y frustraciones personales, sin tener claro lo que esperamos que haga el otro, y ni siquiera si es el momento más oportuno para ello.

Si en el trabajo por ejemplo hemos tenido un contratiempo y llegamos a casa cansados y malhumorados es muy probable que sea lo primero que comentamos, y lo hacemos con la carga emocional que tenemos en ese momento y sin contar con el estado del ánimo de nuestra pareja. ¿Qué ocurre entonces? Involuntariamente “descargamos” nuestro malestar al otro que como no actué como esperamos que lo haga, aumenta la sensación de malestar lo que va a crispar y pensionar el momento. Se traslada el problema del trabajo a la relación, que se convierte en un problema de los dos y que pone en evidencia las discrepancias las quejas del pasado: “no me entiendes2, “vas a lo tuyo”, “no te importa lo que siento”…¿para qué te lo cuento?… son expresiones frecuentes en estas situaciones.

Otro factor que acaba con la satisfacción de la vida en pareja es adoptar la actitud de “pasar factura cada día por todos los fallos, errores, defectos, fracasos, debilidades, gracias y bobadas” del otro. “Mostrarse habitualmente malhumorado, no importa cuál sea el motivo, e incluso sin el menor motivo”. Y “no darse por satisfecho ni contento con las posibles atenciones, detalles, expresiones de afecto, cuidados o regalos que su pareja tenga para el otro”.

Cambio de estilo de vida

Al igual que ocurre con las personas, a lo largo de una relación surgen cambios, que deben ir involucrando a los dos protagonistas de la pareja. Los cambios se pueden producir en dos planos diferentes. Uno de ellos gira en torno a la propia persona. Actualmente con el acceso a tanta información, con la gran facilidad para tener al alcance gran número de recursos, la persona puede mostrar intereses, inquietudes y experiencias que le van haciendo cambiar aspectos importantes de su manera de ser en el momento en el que iniciaron la relación de pareja.

El segundo plano tiene que ver con los cambios que se producen a lo largo de la convivencia en común. Parece que actualmente, la tendencia es a prestar más atención a los aspectos negativos (de desgaste) que a los positivos. Es cierto que el tiempo erosiona gran parte de los reforzadores, de lo positivo que la pareja intercambia, si  la que la pareja no tiene habilidades para atender a esos cambios y seguir incluyendo otras satisfacciones la probabilidad de que se sientan insatisfechos, de que surjan las quejas y críticas aumenta.

Si esta situación se mantiene a lo largo del tiempo es probable que aparezca el problema más grave cuando uno de los dos se encuentra frente a un auténtico desconocido con el que tiene muy pocas cosas que compartir.

Calidad del tiempo en común

Según las estadísticas, la felicidad de una vida en pareja parece provenir más de una reducción de los sucesos desagradables que de un aumento de los sucesos agradables. Es decir, las parejas funcionan, mejor cuando las experiencias e interpretaciones  negativas de su convivencia disminuyen. Si además están compartiendo otro tipo de actividades que les resultan gratificantes, la vivencia subjetiva de la convivencia en común es muy positiva.

Insatisfacción sexual

Cuando aparecen problemas en las relaciones íntimas por pérdida de interés en la otra persona, por la propia relación sexual en si misma, por la poca frecuencia de dichos encuentros, por la poca activación o intensidad, por el estilo o la manera en la que se produce  la relación sexual, por problemas físicos en uno de de los dos miembros de la pareja, o por algún problema sexual específico, la pareja pierde una de las puertas más sólidas para lograr un  ajuste satisfactorio.

La probabilidad de que esta insatisfacción sexual esté en la base de o favorezca la aparición de alguna crisis en la relación es muy alta. No podemos olvidar que la relación sexual además de proporcionar una satisfacción personal alta, aumenta la sensación de afecto y de compromiso hacia el otro.

Distanciamiento emocional

Cuando uno de los dos se siente  decepcionado,  desmotivado, frustrado por sus propios problemas emocionales subjetivos o por la propia relación es muy probable que deje de sentirse comprometido con el otro o con la relación, por lo que se distancia y pierde interés por todo lo que implica la convivencia.

Si surge alguna dificultad en esta situación emocional, se puede convertir en una crisis ya que no participa ni se interesa por resolver nada de lo que acontece. Difícilmente entonces, se puede llegar a una solución, la sensación que se tiene es de dejar pasar el tiempo sin más. El otro miembro de la pareja, a su vez,  suele demandarle una mayor implicación sin conseguirlo, por lo que la crispación aumenta y el distanciamiento afectivo se dispara.

ALGUNAS IDEAS  PARA SUPERARLAS

 

Vivir una crisis en la relación de  pareja implica preocupación, desilusión y desgaste, aderezado con una cierta sensación de infelicidad. Pero también conlleva aspectos muy positivos y gratificantes. Según aseguran los especialistas, cuando se presentan  estos momentos conflictivos, es recomendable que la pareja que se enfrenta a ellos mantenga una buena dosis de entendimiento y de gratificación mutua.

Según se va enfrentando a la crisis de una manera exitosa la sensación de confianza mutua y de fuerza frente a la adversidad aumenta. La pareja consigue un mayor conocimiento de sí mismos, del  orto y de la propia relación. Se posiciona en le presenta y mira hacia el futuro teniendo muy claro lo que se quiere de la convivencia, del proyecto común y de uno mismo/a.

Si además se consigue superarlo juntos, el proyecto de convivencia evoluciona, la importancia de formar equipo frente al futuro marca el inicio de una nueva etapa. La relación se fortalece y se renueva sobre una base más sólida de amor, cariño, respeto, satisfacción y en definitiva felicidad.

Los terapeutas de pareja insisten en que existen tantos conflictos de pareja como uniones, y que cada uno de ellos requiere analizarlos en su contexto y características específicas.

No es recomendable eludir los problemas por temor a que la relación se termine, es más realista enfrentarse  a ellos ya que se  puede conseguir que salga fortalecida. Las estadísticas muestran que si existe una disposición de compartir, en un  70% – 80% de los casos se resuelve el conflicto, siempre que la crisis no haya estado generada por causas graves como infidelidad. Si no existe esta disposición, es muy probable  terminar en ruptura o si no es el caso, se  convive con el problema, en crisis constante y con una alta dosis de infelicidad e insatisfacción

En definitiva, la forma en la que cada uno y ambos aborden el conflicto va a determinar el éxito de la relación y el ajuste emocional de ambos.

Bien, pero ¿por dónde empezar?

1- Analizar la situación.

  • Reflexione sobre el punto en el que se encuentra y piense si realmente quiere apostar por la relación. Identifique los aspectos positivos y negativos de la relación y si ésta le merece la pena.
  • Después, deténgase  a analizar de la forma más objetiva posible la raíz del problema, identifique y verbalice  lo que tiene dentro ya que como dicen los expertos, o se aparta definitivamente de la vida o de lo contrario va  a estar en la trastienda y en otros momentos difíciles puede surgir de una manera más destructiva y violenta.
  • Dedique  un tiempo a aislar aquellos pensamientos que aunque parezcan exagerados y absurdos, le han conducido a malentendidos.

2- Reflexionar sobre la  evolución personal individual.

  • Cuando se plantean los conflictos por lo general se suele focalizar la insatisfacción en el comportamiento del otro, sin considerar que quizás sea uno mismo el que ha cambiado.
  • Es importante realizar una autorreflexión y analizar cómo ha ido  evolucionado cada uno.
  • Céntrese  en lo que espera de la relación,  si ahora le aporta satisfacción y cumple con sus expectativas.  No deje de lado su propia influencia en la situación actual.

3- Ser realista.

  • Plantéese si se ha  autoengañado. Con en el enamoramiento y en el inicio de la convivencia en muchas ocasiones la euforia nos lleva crearnos expectativas demasiado idealistas, muy difíciles de poderse alcanzar ya que no se ha contado con e otro, con sus cualidades y limitaciones.
  • Piense que un proyecto de pareja satisfactorio implica compartir objetivos, negociar, conocerse bien a uno mismo y al otro, respetar las individualidades de cada uno y comprometerse en crecer juntos.
  • Olvídese de tópicos como el que dice que el amor todo lo puede y que ser almas gemelas. Sois diferentes y por ello veis y abordáis las cosas de forma diferente. Como señala la psicóloga Laura García Agustín en su libro ¿Hacemos las paces?, “esas diferencias no son en absoluto perjudiciales, muy al contrario, pueden resultar muy enriquecedoras si sabemos aprovecharlas a nuestro favor”.

4- Aclarar el problema.

  • Manifieste las discrepancias con claridad y exponiendo los problemas de uno en uno y con coherencia.
  • Esfuércese por establecer una comunicación de calidad. Evita los reproches, quejas, sarcasmos y ataques. Tampoco generalices, ni hagas un recuento de agravios remontándote a experiencias del pasado.
  • Cuide la forma de expresarte. Evita las exigencias, las respuestas cortantes y las continuas expresiones negativas.
  • Escúchele con interés y evita interrumpirle en su discurso.
  • Elige el momento y el lugar oportuno. Si está especialmente nervioso u ocupado en otra actividad, el fracaso de la conversación está asegurado.
  • No eluda su parte de responsabilidad en el conflicto, ni su parte de razón.

5- Ponerse en lugar del otro.

 

  • Quizá el/ella  ni siquiera sospeche lo que te está ocurriendo y lo que estamos considerando como indiferencia, simplemente sea desconocimiento.
  • Son diferentes, así que esfuércese por ver el problema desde la perspectiva del otro y no haga interpretaciones precipitadas de sus intenciones desde tu punto de vista. Es mejor que aclare con él/ella  aquello que no entiendas de su comportamiento sin valoraciones negativas.
  • Respete sus intereses y deseos y no se empeñe en cambiarle a su forma de ser. Es imposible que le guste todo lo que hace. Sólo desde el respeto le permitirá su propio espacio e independencia.

6- Buscar acuerdos.

 

  • Una buena negociación no implica renuncia. Los dos deben estar dispuestos a dar algo a cambio de que los dos obtengan beneficios y satisfacciones.
  • Debe estar dispuesto a dar para poder recibir y así establecerá un buen pacto, habrá acercamiento y recompensa.
  • Si se esfuerzan por negociar, además sentirán que el otro se interesa por usted y que está intentando buscar alternativas al conflicto, lo que también va a favorecer la relación.

7- Mostrarse positivo y espontáneo.

  • No pase factura con el cariño. Si se siente  enfadado/a intente aclarar el tema pero no le niegue un beso al salir de casa. En estas ocasiones se introduce el área negativa en la positiva de la relación, lo que agranda el malestar. El cariño es el aceite de la maquinaria y por lo tanto se suele hablar mejor abrazados que distanciados.
  • Recupere los momentos agradables, las actividades de ocio en común y cuide los detalles. No piense que la conquista ha terminado porque lleven tiempo conviviendo.
  • Piense que si el otro está contento, usted también y el intercambio de satisfacciones se verá incrementado.

Si las situaciones conflictivas no desaparecen y percibe que su relación está entrando en un túnel sin salida, no olvide que la Psicología le puede aportar una visión diferente a sus problemas y proveerle con estrategias que le permitan ser capaz de enfrentarse exitosamente a estos conflictos.

2 comentarios
  1. Interesante analisis de los probmeas y causas mas comunes, muy acertivos, por ejemplo respecto a la critica, hacemos esto muy a menudo y no nos damos cuenta que estamos desgastanto nuestra relacion.

    Saludos

  2. Sinceramente, me encanta, solo leer sus comentarios me hace sentir mejor, me da fuerza y confianza……..gracias me ha hecho sentir bien, y se al 100% que lo vamos a superar….hacia mucho tiempo que no me sentia tan bien y con tanta confianza en el futuro de pareja…gracias de nuevo.

    Joaquín.