el amor no entiende de tacañería
Cuando llevamos mucho tiempo con una pareja, cuando los conflictos se han asentado y la rutina resulta pesada, nos encontramos a nosotros mismos fantaseando con el inicio de la relación y preguntándonos por qué ya no es así…
El inicio, ese momento efusivo (incluso, quizá, demasiado efusivo) en el que se comienza con alguien y todo parece reducido a que esa persona es perfecta y la queremos.
Pero ¿por qué ocurre esto al principio de una relación?
Reflexionemos un momento juntos…
Al principio, lo más habitual es que la interacción sea restrictiva, es decir, las citas y quedadas están reducidas a algunas horas del día, en momentos puntuales y para hacer planes muy gratificantes: una cena en un restaurante bonito, un coctel en una terraza llena de luces y plantas tropicales, una película romántica con palomitas, paseos por parques idílicos hablando de proyectos futuros… Todo lo necesario para siempre sentirse bien al lado de esa persona que, además, nos suele resultar atractiva físicamente.
Por otro lado, no existen tomas de decisiones… y esto nos permite sentir mucha paz y tranquilidad al estar con esa persona. Todos los problemas de la vida quedan fuera de los momentos puntuales en los cuales me veo con mi nueva pareja. Las tomas de decisiones importantes (habituales por el contrario en parejas estables), no enturbian los momentos idílicos de nuestras quedadas.
Así, los temores y consecuencias aversivas no ocurren cuando estoy con esa persona, de hecho, desaparecen. Lo que ayuda a que me apetezca quedar más con ella. Y, además, no solemos tener discusiones ni interacciones negativas.
Todo lo anterior queda aderezado con la novedad en la comunicación sexual. Es decir, se abre ante nosotros un nuevo campo de experiencias sexuales gratificantes, que ayudan a sentir más pasión y conexión con la pareja. Sin haberse enturbiado todavía la situación con conflictos y malentendidos.
Es decir, vivimos la primera etapa creando proyectos idealizados y cargados de elementos positivos, tanto reales como en nuestra imaginación. Todo esto ayuda a que los intercambios con la pareja tengan una carga afectiva muy positiva.
Y entonces, llega el conflicto.
Tras estas primeras etapas románticas nos chocamos con la realidad… Ahora nos encontramos viviendo con esa persona, de modo que las tomas de decisiones son una parte de nuestro día a día. Los problemas, conflictos y negociaciones han sustituido a gran parte de los momentos idílicos. Y, por consiguiente, las emociones desagradables han pasado a formar parte de la relación.
Esto es algo completamente normal. No podemos vivir siempre en un mundo de fantasía en pareja. Pero, si nos dejamos arrastras por la rutina, puede que la fantasía haya desaparecido del mapa por completo.
De modo que toca ponerse manos a la obra y empezar por el principio (literalmente).
Una de las claves principales para incrementar la satisfacción es recuperar todo aquello que nos gustaba en un inicio. Volver a realizar planes agradables, recuperar las conversaciones sobre proyectos bonitos, frases cariñosas y las fantasías sexuales de los inicios.
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