Trastorno de estrés postraumático

Trastorno de estrés postraumático

En la actualidad son muchas las noticias que nos llegan que hablan sobre acontecimientos de una brutal gravedad que están viviendo seres humanos de todas las partes del mundo (guerras, atentados, terrorismo, etc.). Pero además las estadísticas afirman que cada día son más las víctimas de violencia de género, de abuso o agresiones sexuales y de acoso laboral o escolar (mobbing y bullyng). Muchas de las personas que viven algunas de estas situaciones u otras situaciones traumáticas pueden llegar a padecer un Trastorno por Estrés Postraumático (TEPT), por ello nos parece importante explicar brevemente aspectos importantes de este.

El TEPT puede ocurrir después de que uno ha observado o experimentado un acontecimiento traumático que involucra una amenaza de lesión o de muerte. En el DSM-V (manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales) el TEPT se encuentra dentro de los trastornos relacionados con trauma y factores de estrés.

Mordi Horowitz hace la siguiente definición de situación traumática: «Aquellos acontecimientos que no pueden ser asimilados con los esquemas internos del Yo de la víctima en relación con el mundo».

Son muchos los acontecimientos que pueden ser considerados como traumáticos, pero entre los más comunes se encuentran: el maltrato físico o psicológico, la violencia sexual, los delitos violentos (robos, tiroteos, etc.), las situaciones de guerra o de conflicto armado, y las catástrofes naturales o los accidentes (de tráfico o aéreos). Añadir que no es necesario vivir directamente la situación traumática para poder padecer TEPT, el mero hecho de observarla o de escuchar hablar acerca de ella puede generar el desarrollo de la sintomatología. Y es importante comentar que el TEPT no está restringido a unas edades concretas, ya que tanto los adultos como los menores pueden desarrollarlo. De hecho, son los menores los que, al vivir dichos acontecimientos, resultan ser más vulnerables a la hora de desarrollar una sintomatología más marcada.

Como ya se ha comentado, cuando la persona entra en contacto con un acontecimiento traumático, es posible que desarrolle la sintomatología asociada al TEPT. Se han descrito tres fases distintas relacionadas con dicha sintomatología:

  1. La primera fase es la de Hiperactivación. Consiste en que el sistema nervioso durante este periodo se encuentra en un estado de alerta permanente, hay una activación fisiológica continuada, y por tanto la persona se sobresalta con facilidad, reacciona con irritación a las pequeñas provocaciones y duerme mal.
  2. La segunda fase es la de Intrusión. En ella, la sintomatología principal es la de revivir el hecho como si estuviera pasando una y otra vez en el presente. Es como si el trauma interrumpiera continuamente en la vida de la persona, y esta intrusión suele ser en forma de flashback (imágenes y sensaciones) que sobrevienen tanto en estado de vigilia como en forma de pesadillas durante el sueño.
  3. La tercera y última fase es la de Constricción. Esta es la fase en la que el sistema de autodefensa se bloquea totalmente, y la persona se siente tan indefensa que recurre a conductas como escapar y evitar las situaciones que le generan sufrimiento en su vida cotidiana. Esta evitación puede ser tanto a nivel conductual como a el nivel de consciencia y de estado emocional (embotamiento).

 

Por tanto la sintomatología pasa de ser más intrusiva a constrictiva. Es por este motivo que parece que, poco a poco, la persona vuelve a retomar de forma normalizada su vida cotidiana, sin embargo es muy probable que tenga una gran carga de síntomas negativos (desconexión, embotamiento, anhedonia y distanciamiento emocional, entre otros) y por tanto una fuerte restricción tanto de la vida exterior como de la interior. Todo esto termina dejando huella en las estructuras de la personalidad de la persona, sobre todo cuando se trata de menores, lo que hace que incluso haya momentos en los que se termine por confundir el TEPT con sus rasgos de la personalidad.

En relación a la previsión de la evolución del TEPT, es fundamental comentar que, como en el resto de problemas psicológicos, su pronta detección e intervención por parte de los profesionales lleva a una mejor predicción de cara a la recuperación. La gran dificultad asociada al TEPT es el secreto y el silencio con el que muchas veces el individuo vive la situación traumática. Son muchos los casos de maltrato, abuso sexual y bullying que no llegan a salir a la luz, lo que hace que la persona tenga que vivir con toda la sintomatología comentada anteriormente sin recibir ayuda y, en ocasiones, incluso teniendo que ocultarla. Por ello, especialmente en el caso de los menores, es importante que tanto los padres como los familiares y demás personas del entorno del niño estén atentos a las distintas manifestaciones de estos síntomas, siendo esencial que propicien un ambiente donde se pueda dar una comunicación sincera.

Y por último, en relación al tratamiento, es fundamental hacer una buena evaluación de la situación actual de la persona, centrando especialmente la atención en factores de riesgo (suicidio, autolesiones, conductas adictivas, etc.), situación social, situación personal, situación laboral y económica. Desde una primera fase todos los autores están de acuerdo en que todo el proceso se tiene que realizar teniendo muy presente la importancia de la relación terapéutica, pues es fundamental que sea curativa y sirva para, entre otras cosas, empoderar a la persona y que tome el control de su vida, para que tenga un espacio de confianza y seguridad, y para que pueda sentirse comprendida y validada.

Si hubiera una sintomatología muy marcada, y un estado emocional muy alterado, sería importante la realización de una evaluación e intervención psiquiátrica, ya que en los primeros momentos puede ser necesario un tratamiento farmacológico.

En relación a la intervención psicológica, ésta se dividiría en tres partes, las cuales se explican brevemente a continuación:

  • La primera parte del tratamiento está basada en la SEGURIDAD. En ella es muy importante explicarle a la persona la distinta sintomatología que puede aparecer en relación a la situación traumática vivida y, según en la fase en la que se encontrase, trabajar la reducción de dicha sintomatología. además hay que trabajar la adaptación e incorporación de la persona a una rutina y a una vida ajustada a su situación y necesidad.
  • La segunda parte sería la de RECUERDO. El objetivo en esta fase es trasformar la memoria traumática para poder integrarla en la historia de vida de la persona. Para ello es necesario trabajar con la historia personal, e incidir no solo en el recuerdo sino también en la parte emocional y de vínculos.
  • La tercera parte es la de RECONEXIÓN. El fin último de esta fase es que la persona «cree su nuevo yo» y se integre en su realidad social. En este punto se terminan de unir las piezas que quedaron sin formar en la primera, y lo que se pretende es acompañar a la personas en el proceso de normalización y estabilización de su vida.

Para concluir, comentar que es muy importante que la persona que manifieste la sintomatología asociada al TEPT después de haber vivido u observado una situación traumática reciba tratamiento psicológico. Esto es especialmente importante en el caso de los menores o colectivos vulnerables, con los cuales es esencial que tanto en el ambiente familiar como escolar se facilite un espacio donde poder compartir y pedir la ayuda necesaria.

María Andreu Díaz – Psicóloga Sanitaria de Cinteco

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